Día 57 #quedateencasa por decreto.
Domingo 10 de mayo de 2020.
Hoy es el día del Santo Job: "Desnudo salí del vientre de mi madre. Sin nada volveré al sepulcro. Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Bendito sea Dios".
Empezamos el día con un no se qué. Ya no sé si es caminata o paseo, dependerá de la autoridad, competente o no.
El paseo, llamémosle así, ha empezado a las seis y media de la mañana, una fresca y limpia mañana que ha debido empezar con alguna gotas de lluvia. Normalmente a esas horas ando o preparándome para ir a trabajar o en camino, y según la época del año hay oscuridad o algo de luz, y en determinados periodos coincide con el amanecer. No deja de ser bonito, pero no es comparable con salir a andar solo, no por el acompañamiento, sino por no cruzarte con nadie. Bueno con nadie no, con algún conejo y un par de perdices, que tienen la decencia de apartarse cuando pasas, es decir que guardan la distancia social mejor que casi todos los humanos.
Si a eso le sumamos la situación excepcional que vivimos cada momento de comunión con lo que te rodea tiene un gran valor. Y sí, huele diferente, solo a campo, intenso o delicado, pero solamente naturaleza. Obviamente prefiero contaminación y salud que pureza y coronavirus, pero de todo se puede sacar algo positivo.
Lo malo del frescor es que el amanecer no ha tenido color, bonitas nubes sí, pero con colores mas fríos.
La vuelta como estos días se torna peligrosa porque la chusma empieza a salir y el número de gilipollas por metro cuadrado no hace mas que aumentar. Cada vez mas payasos corriendo juntos y los ciclistas ya empiezan a ser pelotones. Y lo de separarse, pues deben pensar que solo es responsabilizad de los demás, o que son mañicos y les va eso del chufla chufla que como no te apartes tú.
Después de "mi hora de paseo😁" tocaba comprar como todos los domingos, y la cosa va mejorando, al menos en lo que a mi respecta, que en cada barrio o casa las cosas no son iguales. Los detalles negativos no lo son por el detalle, sino por la ignorancia que reflejan, y en este caso el hecho de que dos señores se queden hablando junto al dispensador de bolsas para fruta y verdura es preocupante, mucho, porque cuando les he dicho que si se podían ir a hablar a otro sitio me han mirado entre sorprendidos y dubitativos, es decir que no hemos aprendido nada de como combatir el virus. Solo hemos entendido aislamiento y confinamiento en casa y punto, distanciamiento social, no pararse, no ponerse en medio para evitar aglomeraciones etc, como es de segundo de pandemia todavía no lo hemos estudiado.
Así que después de tanta actividad, de preparar las croquetas, comérmelas con una cerveza y unos aperitivos, ha pasado lo que tenía que pasar, muerte cerebral. No ha sido una siesta, ha sido un sueño profundo.
Y aquí estamos cerrando entradas pendientes al blog, que mañana será otro día y se me acumulan.
Comentarios