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Viernes 19 de junio de 2020.

Cada persona tiene su propio color, una tonalidad cuya luz se filtra apenas a lo largo de los contornos del cuerpo. Una especie de halo. Como en las figuras vistas a contraluz. Haruki Murakami.

Es una alegría sin defectos descubrir un alma pura. Son almas que se asemejan a los primeros libros de los niños: Contienen unas pocas palabras y están llenas de colores. Christian Bobin.

Al entrar en contacto con un color determinado, éste se sincroniza de inmediato con el espíritu humano, produciendo un efecto decidido e importante en el estado de ánimo. Johann Wolfgang von Goethe.

Reconozco que lo tengo abandonado, y no, no es el blog, que después de nueve años de abandono real, a día de hoy lo tengo técnicamente actualizado.

Me refiero a un blog de un fotógrafo que se llama teoría del color. No es que cuente nada nuevo, o sí, depende del grado de conocimiento de cada uno, pero en cualquier caso es algo que tenemos olvidado y aparcado, y que te lo cuenten de nuevo puede resultar apasionante.

A mi en particular me encanta el color y es una de las cosas que intento captar y plasmar en la fotografía. No sólo los colores que veo, sino los colores que están en la escena y que no se ven, o sea la licencia, o la temeridad, de modificar la percepción de la luz que nos llega.

Este viernes ha sido un buen día en ese sentido porque el sol nos ha regalado la mágica luz del final del día que junto con los campos de trigo y las espectaculares vistas han hecho que hacer fotos fuera muy fácil.

Luego pongo alguna más.

Peor volviendo al color, no voy a disertar sobre sus cualidades, no tengo ni los conocimientos ni el atrevimiento, pero si quería detenerme sobre la primera frase de hoy: Cada persona tiene su propio color, una tonalidad cuya luz se filtra apenas a lo largo de los contornos del cuerpo. Una especie de halo. Como en las figuras vistas a contraluz.

No se si realmente somos capaces de ver esa tonalidad, pero lo que esta claro es que la percibimos.

Mucho se hablaba en mis tiempos jóvenes del aura. Aunque ese concepto es milenario y se sigue hablando de el, no sé si es porque es un tema de juventud o si realmente ha pasado de moda, pero parece que oigo menos hablar de ello. Y no sé si será el aura u otra cualidad, pero lo que está claro es que cuando estás delante de alguien siempre percibes algo de esa persona.

El color no deja de ser un forma de onda, una parte del espectro radioeléctrico con magia propia y con una gama de tonalidades cuasi infinita, encasillada en un conjunto de colores primarios, complementarios y armónicos (las mujeres tienen razón y mejor percepción, hay miles de rosas, rojos, verdes...) Así que porqué no vamos a emitir ondas, si somos energía, la energía de un ser vivo, la energía del ser humano. Y esa energía emitida se puede traducir en un color en función de su frecuencia.

En muchos casos es algo neutro, o de baja intensidad o no le prestamos atención, pero si te paras un rato percibirás lo positivo y lo negativo de los demás, su alegría o su tristeza, su energía vital. Aunque la tonalidad y luminosidad de su color puede ir variando con las circunstancias, hay gente que tiene un maravilloso color principal y suele coincidir que es la gente con la que más a gusto estás cuando hay silencio cuando la palabra no te aturulla o te despista.

Obviamente también están los cenicientos, pero de estos mejor no hablar.

Tengo que recordar por cierto que hoy es el aniversario de la proclamación de Su Majestad el Rey D. Felipe VI. En los tiempos que vivimos y con los soplagaitas que rulan por ahí, con un recordatorio, con la frente levantada, con la debida lealtad y sin apropiación indebida de la institución, hacemos mucho.