Día 14 #quedareencasa por decreto.

Sábado 28 de marzo de 2020. Es la primera vez que pongo la fecha, y es que aunque es un diario, como hoy, a veces es un diario en diferido. (Cospe dixit).

Y que pasa este sábado, pues dos hitos importantes, bueno tres, pero uno es de la plañidera, y como tanto mi hija como yo somos trabajadores esenciales, pues como que no nos afecta poco.

El primero, me he lanzado a la plaza y he hecho pan. Je je, aquí ha habido un poco de todo. Lo curioso es que una cosa aparentemente sencilla, realmente no lo es, primero porque lleva tiempo y hay que ser paciente, y segundo porque requiere mucho respeto a lo que estas haciendo y hay que hacerlo con mimo. He de reconocer que el resultado es gratificante aunque está claro que tengo que mejorar mucho la técnica.




Para ser el primer pan no está mal. Ahora, el proceso no estuvo exento de problemas y torpezas. Una vez quitado el miedo a la elaboración me puse manos a la obra, y digo miedo porque me atrevo con cualquier receta sin vacilar, pero el pan, no sé porque, pero me tenia atemorizado.

Iniciado el proceso las cosas me salieron mejor de lo esperado (en mi truculenta imaginación), el problema llego con el horno. En la receta que seguí se selecciona sólo la parte de abajo del horno, y el agua que se pone para a portar humedad al cocinado, la vertía caliente en un recipiente que estratégicamente se introducía antes de pre-calentarlo. Como no tengo un aparataje de gran chef solo encontré un molde de cristal como para tartas de manzana. Tras intentar esperar a que llegara a los 250 grados, cosa que no llego a suceder en media hora, me decidí a meter el pan, pero justamente antes vertí el agua, y de repente el cristal crujió, en cámara lenta, saliéndose el agua y produciéndose un rotura completa del recipiente.

Horno casi a 250 grados, el pan esperando bajo un trapo, creciendo pero aplanándose, un cristal roto.... lo vi todo negro.

Por suerte conseguí sacar el cristal con unas pinzas he improvisar un recipiente para el agua. Para el próximo que será el martes, eso no pasara, y ajustaré temperaturas y tiempos, que como todo al final, prueba error.

El segundo hito, el pelo, ese gran desconocido. Una vez aclarado por la plañidera que no habría peluquerías me compre una maquinilla corta-pelos en Amazon, y es que aunque estuvieran abiertas no hay huevos a meterse a centímetros de un tío que trata con gente de todas las especies a corta distancia, y digo de todas las especies, porque a día de hoy, con lo que ha caído es increíble la cantidad de gente con una capacidad zero zero de pensar correctamente y mas que asumir riesgos los fabrican, y lo digo no solo por los imbéciles que se saltan el confinamiento, lo digo porque en los supermercados ves gente que va sin mirar, que no respetan distancias, que se cruzan sin miramientos, que hablan con el móvil al lado de los demás, como si el esputar al hablar fuera solo un problema de los demás.. panda gilipollas (con permiso).

Ah, esto venia por lo de la peluquería.

Así que en vista de que ya era hora de estrenarla, me aplique a ello sin miramientos. Debería haber mirado algo, porque en el primer movimiento me pareció que no se corto nada, a pesar de que en la maquina había pelos,  y en segundo marque un evidente, pero poco profundo por suerte, surco.

La cosa no la hice como estaba diseñada en mi cerebro, pero el resultado ha sido aparente, y mas que suficiente. Ahora estoy muy cómodo y no parezco un tiñoso, así que también ha sido gratificante. Pero eso si, para la próxima hay que mejorar el proceso.

Y con una carrerita y un poco de brazo y abdominales el día casi completo. Lo que lo remató es que aguante la sesión de los cursos de fotografía a las 4 de la tarde. El tema fotografía de paisajes lo merecía, y además aprendí mucho. Otra cosa será la práctica.....

Y mañana será otro día.





Comentarios

Entradas populares